Estos días de dormir mal, días cansados, duramente trabajados, de sed, de dolor de espalda y de articulaciones entumidas; estos días encerrados, pasando el tiempo entre la lámpara y el ventilador, entre las manchas de lápiz y los reinicios de la computadora: estos son los mejores días de trabajo de toda mi vida hasta donde va. Ojalá todos pudieran tener la oportunidad de encerrarse durante meses a hacer lo que quieren hacer. Es la única forma de darte cuenta de cuánto amas al oficio, o de cuánto lo odias. Por eso el cazador de dragones se baña en la sangre de sus presas, hace escudos con sus escamas, collares con sus dientes, armaduras con su cresta, polvo de sus huesos. Ama lo que destruye porque en ese destruir crea su oficio. Eso sí, lo siento por la población mundial de dragones.
Ahora entiendo mejor que nunca a Víctor Frankenstein. La obsesión de crear algo único, nuevo, algo vivo a partir de materiales muertos: papel, minas, reglas, esfuminos, esos son los brazos y los torsos, las piernas y los cerebros con los que armo mi cadáver viviente. Mi autopsia invertida. Son la arcilla y el barro de mi Pigmalión. Los fluidos de un Herbert West que como yo, está dispuesto a desaparecer del mundo, a dejar de ser para el antojo y la vista de todos, con tal de lograr su meta.
Entremedio de mi nuevo trabajo tuve oportunidad de corregir, una vez más, las páginas de mi primer cómic. Es uno de los tantos proyectos que cuajarán a base de “a huevo” en estos siguientes meses. Como todavía es un trabajo potencialmente rentable, y bueno para mandarse a concursos y editoriales, no puedo publicarlo por completo en línea, pero nada me quita el gusto de colocar aquí algunas páginas inconexas, y en baja resolución, para tener con qué alimentar a mis Bloggers.
Llego orgullosamente a este solsticio de verano con una nueva versión de Frankenstein lista para imprimirse, con 48 de 63 planchas (con sus saltos calculados) ya trazadas para mi nuevo trabajo y con la mitad de un tercer proyecto de literatura que también tengo entre manos. Llego a este día con tiempo, con ganas, pero lo más importante, con una sonrisa en la boca, con un chingo de nueva experiencia y sin ningún lamento.
Abajo, tres planchas terminadas de mi primer cómic, "Frankenstein o el Prometeo Moderno" (2009). Disfruten y, ojalá un día cercano pueda decrirles dónde comprarlo.