La ceremonia de premiación de la Novela Gráfica fue grata y justa. Aún tengo algunas cuentas pendientes con la editorial, y la editorial tiene su parte para conmigo, sin embargo la difusión en los medios me regaló algo que me tiene satisfecho: Trabajo. Desde la premiación me han ofrecido dos buenos proyectos de los cuales lamenté rechazar uno para conservar el otro y un poco de cordura. Los tiempos de entrega son apretados (bastante, agregaría yo) pero la paga es buena y mi empleador es justo, dedicado y un excelente editor. Además el nuevo proyecto me ha dado la oportunidad de mejorar puntos débiles de mi técnica y estilo gracias al hecho de obligarme a cumplir.
De la naturaleza del nuevo trabajo diré (hasta no saber qué tanto puedo revelar del proyecto) que es una novela gráfica histórica y que exige algunos ambientes realistas y paisajes bien proporcionados. Diré también que es un proyecto que forma parte de una serie colectiva y que, muy a mi gusto, coloca mi nombre entre el de buenos artistas mexicanos del medio.
Como sucede con cualquier carta desde la trinchera, carabina al hombro y las órdenes dadas, escucho un tambor y debo volver a lo mío, y debo dejar de escribir. Antes trabajaba toda la noche pero ahora debo terminar temprano para trabajar todo el día.
Preguntaré a mi nuevo jefe qué tanto puedo mostrar de mi nuevo trabajo, con la esperanza de poder tener algo que subir. Ojala no me vuelva ajeno a la correspondencia, pero de ser así quiero que se sepa que no es por falta de ganas, sólo de tiempo...