23 febrero 2012

Desde la brecha de polvo

Han pasado algunos meses desde que publiqué algo. De hecho me siento como si escribiera desde una trinchera sucia en alguna guerra lejana y polvorienta. Digo entonces, desde la trinchera, que no tengo mucho tiempo para estar aquí, para explicar, pero que la falta de tiempo es algo positivo.

La ceremonia de premiación de la Novela Gráfica fue grata y justa. Aún tengo algunas cuentas pendientes con la editorial, y la editorial tiene su parte para conmigo, sin embargo la difusión en los medios me regaló algo que me tiene satisfecho: Trabajo. Desde la premiación me han ofrecido dos buenos proyectos de los cuales lamenté rechazar uno para conservar el otro y un poco de cordura. Los tiempos de entrega son apretados (bastante, agregaría yo) pero la paga es buena y mi empleador es justo, dedicado y  un excelente editor. Además el nuevo proyecto me ha dado la oportunidad de mejorar puntos débiles de mi técnica y estilo gracias al hecho de obligarme a cumplir.

De la naturaleza del nuevo trabajo diré (hasta no saber qué tanto puedo revelar del proyecto) que es una novela gráfica histórica y que exige algunos ambientes realistas y paisajes bien proporcionados. Diré también que es un proyecto que forma parte de una serie colectiva y que, muy a mi gusto, coloca mi nombre entre el de buenos artistas mexicanos del medio.

Como sucede con cualquier carta desde la trinchera, carabina al hombro y las órdenes dadas, escucho un tambor y debo volver a lo mío, y debo dejar de escribir. Antes trabajaba toda la noche pero ahora debo terminar temprano para trabajar todo el día.

Preguntaré a mi nuevo jefe qué tanto puedo mostrar de mi nuevo trabajo, con la esperanza de poder tener algo que subir. Ojala no me vuelva ajeno a la correspondencia, pero de ser así quiero que se sepa que no es por falta de ganas, sólo de tiempo...